Una película de Tarantino, una
diligencia en mitad de la nieve y en su interior la voz en español que acompaña a su figura, pero quien habla (en
español) no es Tarantino, es Kurt Russell, al que le ha debido sentar mal el
frío de la sierra y ha mudado de voz (en español). Queda raro, me han
acostumbrado a identificar una voz con un actor, me han domesticado a ver cine
doblado.
Es un western de Tarantino y ha
de parecerse, según los dobladores españoles, al precedente, Django desencadenado. El alemán de la última película
no sale, Christopher Waltz, pero si le ponemos la voz que le dimos, con la
misma entonación, a un Tim Roth que hace de inglés y no de alemán, lo
arreglamos; porque el acento inglés es igual que el alemán, el francés, el mejicano o el
italiano, y nadie los diferencia; porque los espectadores no quieren ver una
nueva película, piensan los odiosos dobladores, y aunque los protagonistas sean
otros les tapamos la boca con las mismas voces, damos gotelé en las paredes y
todas las imperfecciones quedan disimuladas.
En Gran Torino casi me salgo
del cine por culpa del patético doblaje, desde entonces hago
sacrificios para ver películas dobladas al español odioso. Doblar mal las películas
se ha hecho tan habitual que en la nueva Star Wars los niños salían flipando
con la película y criticando el doblaje. ¡Si George Lucas levantara alguna vez la cabeza!
Ahora veo Hope en la tele, los protagonistas,
curiosamente, tiene la misma voz que en Modern Family. ¿Es todo una estrategia del
gobierno para que triunfe la versión original y seamos bilingües? Mira que lo
dudo.
Comprendo que Constantino Romero
ha muerto y Clint no volverá a ser el mismo, que es difícil mantener una voz
para un solo actor, pero por favor, que contraten gente y dejen de torturar al
cine.