jueves, 27 de noviembre de 2014

¿Recibe Ana Mato regalos de príncipes destronados?


A Ana Mato le hacen regalos, presuntamente, alcaldes sobornados, constructoras y príncipes destronados… ¿Quién me regala a mí algo? Nadie. Paco, mi marido, gasta nuestros ahorros en el bar de abajo y Sergio, nuestro hijo, dilapida lo que gana limpiando casas en el gimnasio y en su Seat amarillo. Afortunadamente trabajo como funcionaria y aporto el dinero que ellos despilfarran. Nadie nos regala nada, a Sergio cualquier día lo despiden, Paco, pintor autónomo, tiene menos trabajo desde que empezó la crisis y a mí me han rebajado el sueldo. Y siempre ha sido igual, a Sergio no le dieron nunca una beca, mientras que se la daban a otros con más dinero, eso le hizo desistir y abandonar los estudios en primero de bachillerato; a Paco cada vez le exigen más facturas y tiene que pagar más en IVA, y a mí, me llenan la mesa con datos para grabar en el ordenador. ¿No somos todos iguales? ¿Entonces por qué un derecho de cuna permite a unos pocos heredar pisos, coches y tierras? Cómo no votar a Podemos o cualquier grupo de izquierda y luchar contra esas injusticias sociales.

Tan mal andamos económicamente que tengo que comprar en el supermercado Lidl las ofertas semanales, estudiar la publicidad e ir los jueves a primera hora, en cuanto abren; aún así, no me libro de hacer colas para conseguir los artículos rebajados, una buena cesta de la compra me lleva unas tres horas. Voy sola, mis compañeros no quieren acompañarme y se quedan en la oficina, no deben tener problemas de dinero. Lo que peor llevo de hacer la compra son los inmigrantes, ocurre lo mismo que en urgencias, como no tienen nada que hacer y se pasan allí el día, ocupando los médicos y las camas, o comprando todas las rebajas. No entiendo porqué los siguen dejando venir. ¿No saben distinguirlos en los aeropuertos?¿No pagamos un ejército y una policía para que patrullen las fronteras y hagan su trabajo? Los dejan venir porque quieren.

Como decía, a mí no me regalan nada, no como a la Ana Mato, los libros los saco de la biblioteca, es más, me he apuntado a un club de lectura y todo, creo que soy la única en el barrio que lo ha hecho, pero es que la gente no cuida su cultura.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

El pequeño Nicolás es el hijo de Leticia, ¿verdad o leyenda urbana?


Ayer salí a caminar dos horas, es sano y me lo ha ordenado el médico porque tengo la tensión alta; anochecía, helaba y el cielo estaba gris, pero no soy un cobarde y había comprado un chándal azul eléctrico, unas zapatillas verdes y una camiseta naranja y fluorescente en el Decatlon. A los cinco minutos descubrí que la ropa de colores vivos no quita el frío, a los diez, el sudor copioso me hizo olvidar mi primer descubrimiento, a los quince comenzó a llover y la lluvia arrastró los colores: la camiseta clareó, los pantalones adquirieron tonos azules y naranjas y la zapatilla derecha perdió la suela. Sentí miedo, nunca me había alejado tanto de casa a pie y no conocía los bares, jarreaba y había un charco con ondas multicolores de aspecto aceitoso bajo mi zapatilla y mi descalzo pie izquierdo. Entré en un bar; el olor a fritos y cuerpos sudorosos y las moscas pegadas en los grasientos azulejos de los años sesenta me reconfortaron. Había recorrido unos cientos de metros, estaba en un territorio inexplorado, pero los bares eran iguales, acogedores, humanos, nostálgicos… Pedí una caña y me senté frente a la barra tapizada en skay a leer el Marca, el taburete chilló al arrastrarlo por el suelo. Las lágrimas llenaron mis ojos, tan lejos de casa y tan cerca. Viajar es bueno, conoces sitios y te das cuenta de que las cosas, en todas partes, son parecidas. El camarero jugaba a las locomotoras de vapor con la cafetera; una manada de niños gritaba y corría golpeándose contra mesas y sillas,  derribaron a un señor con muletas y le patearon los riñones; las madres con abrigos de piel sintética y mallas de leopardo tomaban café, dándoles libertad; un pintor bebía una caña con aire soñador, vestido con un  mono lleno de manchas y costras de pintura; un grupo de amigos, con sus barrigas cerveceras y sus abrigos raídos, comentaban una noticia: El pequeño Nicolás era el hijo de Leticia, el que tuvo en su anterior matrimonio. Acabé la caña, llamé a un taxi y volví al barrio. Me sentía orgulloso de mí mismo, había recorrido mundo y regresaba con nuevas historias.

martes, 4 de noviembre de 2014

Corrupción en PP, PSOE, IU y los AMPAS


Las televisiones están escandalizadas, los contertulios de las radios no hablan de otra cosa, los periódicos dedican al tema la primera página, las editoriales y el espacio reservado al deporte. ¡Los políticos están corruptos! Y no sé, pero a mí es una cosa que no me sorprende, que ya decían desde hacía mucho, pero no ocupaba tanto, o bueno, que eran presuntamente corruptos, de derecha a izquierda, de monárquicos a republicanos.

El ébola ha sido sustituido por la corrupción en unos medios totalmente politizados y por lo tanto, presumiblemente corruptos. Lo arrastra el gen, somos egoístas y envidiosos, más tenemos, más queremos, todo por la familia como diría Corleone.

Si los políticos y medios son presunta y presumiblemente corruptos –presunta y presumible quiere decir que si algo se demuestra ha prescrito-, y la libertad de expresión no se ejerce; ¿por qué se monta de repente toda esta farsa? ¿Se han enfadado entre ellos? La explicación es sencilla; el año que viene hay elecciones y un nuevo gallo en el corral, si se airea un poco de corrupción ahora será olvidada la semana que viene, cuando la ciclogénesis o la influenza hagan su aparición. Todos tenemos una black memory.

¿Qué ocurriría si surgiese un asesino de políticos y periodistas en serie?¿Lo odiaríamos o lo encumbraríamos? Para saberlo tendrás que leer El opositor.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Crítica a El opositor en escritores.org

Incluyo la crítica a la novela El opositor que acabo de encontrar en la página de escritores.org. La firma Blanca Domínguez Reo. No la puedo quitar la razón.

El Opositor

Acabo de terminar una novela, El Opositor, de Abel Fernández Ruiz. Llegó a mis manos, o mejor dicho, a mi e-book, recomendada por un amigo del autor. Busqué en Google el título, el novelista y accedí a una librería virtual donde poder comprarla. Pagué cuatro euros y la descargué, después de instalar un montón de programas, una hora más tarde. El opositor es una obra políticamente incorrecta, una sátira irreverente llena de ironía y humor negro que merece la pena ser leída, hacía tiempo que no soltaba una carcajada leyendo una novela. Es una obra coral donde el nexo de unión es una lista en la que figuran las personas que se deben asesinar para alcanzar la felicidad. Relata en tercera persona la influencia de esa lista de la felicidad en unos personajes magistralmente trazados, que rozan lo absurdo, y satirizan la sociedad española. Abel Fernández ha escrito una novela con un ritmo muy rápido, quizás demasiado, en la que se nota la influencia de Jardiel Poncela y Quentin Tarantino, una obra absurda en la que se mezcla la realidad y la ficción y que seduce desde el primer capítulo. Mejor no he podido hablar de ella, sin embargo, pasará inadvertida. La novela, aunque es de Planeta, no se publicita en ningún sitio, es una novela más flotando en el etéreo mundo de Internet; y nadie descarga, pagando o sin pagar, la novela de un autor desconocido sin ningún tipo de referencia.


Solo se me ocurre una cosa... No perdáis la paciencia y descargadla. Prometo enviaros servilletas firmadas.

martes, 5 de agosto de 2014

El potorro de Laura Pausini.


 

 

 

Noticias del día: Corrupción, desastres, fútbol y el felpudo de Laura Pausini. Al finalizar un concierto la cantante deja ver el berberecho, las cámaras lo captan. ¿Premeditado? ¡NO! Laura es un ser asexual, una estrella con glamour que nunca participaría en el circo de la prensa rosa o amarilla. Enseñó el potorro porque se le escapó, porque no se dio cuenta, porque no está de moda llevar ropa interior entre las estrellas de la canción. Es cosa de pobres. Que levante la mano aquel al que no se le ha escapado un testículo, un glande azulado o el felpudo en público. Hay que ser un enfermo para pensar que lo hizo a propósito… La ropa interior ya no se lleva, yo hoy he ido al cine sin calzoncillos.

Lo que ocurre, mal pensado, es que a Laura no la educaron como a las demás chicas, no le dijeron que juntara las piernas al sentarse, sobre todo si llevaba falda, o que tuviese cuidado con las rajas si llegaban hasta el ombligo (no escuchó a Estopa). Cuando se cambiaba en la playa, envuelta en la toalla, era la única niña del planeta  que no tenía miedo de enseñar las chichas.

 

Es, decididamente, una chica sin complejos.

 

El hecho, el potorro, la araña negra o el colgajo del mejillón apareció, inesperadamente, al final del concierto y con la última canción. Lo enseñó y se dio cuenta de inmediato. Podrías pensar que eso no es lógico, que lo normal es que un desastre ocurra cuando no te lo esperas, quedarse paralizada ante los gritos del público sin saber que está ocurriendo o enterarse en camerinos. Pero estarías equivocado, haciendo teorías de conspiración de un hecho fortuito.

 

Defiendo a Laura aunque no me gusten sus canciones (pensaba que estaba jubilada). Me da miedo que haya sido una campaña de publicidad para aparecer, por la cara y el potorro, en todas las noticias. No quiero que otras celebridades acabadas se sumen a la moda y comiencen a enseñar sus partes pudendas para conseguir un hueco en televisión. Escrotos, morcillas y pavos de cincuentones mezclándose con escenas de accidentes de circulación y datos de la crisis…

 

lunes, 28 de julio de 2014

Más ilustraciones de la novela El opositor







Hola de nuevo. Os invito a disfrutar con alguna de las ilustraciones que acompañan a la novela El opositor. Los dibujos son de Gabriel y no tienen desperdicio. No forman parte del argumento de la novela. Son personajes similares a los que aparecen en el texto, amplían el universo descerebrado en el que trascurren los hechos. Hemos creado una novela con santos, como  las que leíamos cuando eramos niños.
Nuestros personajes no son guapos y tontitos como en Crepúsculo, salidos como en las 50 sombras de Grey o alelados como en Canción de hielo y fuego. Son tipos con grandes dudas filosóficas que buscan un lugar en el mundo. 


lunes, 31 de marzo de 2014

Her o el epílogo fallido de The Big Bang Theory


Her o el epílogo fallido de The Big Bang Theory

 

Año 2013. Película escrita y dirigida por Spike Jonze. Nominada a cinco Oscars (los americanos están muy malitos de la cabeza).

Han trascurrido varios años desde que acabó la serie, y los protagonistas cobran lo bastante para vivir en pisos separados. En ese intervalo de tiempo Leonard  se casó  con  Penny, se divorció y aún no lo ha superado. Por su parte, Sheldon vive desde hace diez años con una chica. La ciudad es impersonal, tanto, como para que un programa de ordenador ocupe la vida y los corazones de sus habitantes.

Hasta aquí todo bien, ni el argumento ni los protagonistas son muy originales pero la idea puede resultar atractiva, y Joaquín Phoenix hace muy bien de Leonard. El problema es que no hay más. La película se acaba en los primeros minutos de metraje. No contrataron a los guionistas de la serie original para continuar con la historia. La idea se marchita. El programa informático del que se enamora Joaquín es ñoño, cotilla y manipulador desde el principio, y el sentido común solo admite la tontería intrínseca si va acompañada de un cuerpo y de un premio: sexo. No es creíble, si compro un programa informático y me toca las narices lo apago antes de saber si tiene alma o pechos, porque lo del alma no me importa y sé de sobra que no tiene tetas.

La cinta continúa y el irritante programa, con la voz de Scarlett Johansson, enamora a Leonard. Llegamos al sexo telefónico… forzado, muy forzado… y claro, después de un polvo (paja) la relación se consolida. De repente la filosofía invade el sistema y acaba con la relación. Spike Jonze encaja la idea con la sutileza del peón de albañil, con un cincel y un martillo. No se sabe a qué viene, ni si el filósofo está poniendo los cuernos virtuales al pobre Joaquín o abriendo la mente a la calenturienta Scarlett.

Tengo un culo huesudo, pero pocas veces me doy cuenta de ello en el cine, aguanto como un valiente la película y critico cuando salgo, me puede gustar más o menos, pero no la sufro. Con esta película noté el hueso clavándose en la carne, cambié las piernas a la derecha, a la izquierda, pensé en la levedad del ser, en la pérdida absurda de dos horas de vida y vi la luz, del subnormal de turno hablando por el guasa. No me fui, aguanté como un valiente hasta el final.  A la salida escuché al tonto del guasa decir que era una obra maestra (tendría pensado masturbarse con su superteléfono).
 
 

miércoles, 19 de marzo de 2014

Salamanca, ciudad patrimonio, ciudad muerta



Es la zona muerta. La vegetación ha desaparecido por completo. Las rocas, lisas, se extienden en el suelo. No sé si son afloraciones o es la roca madre, no entiendo de geología. Enormes moles de piedra se yerguen a mi lado y me impiden andar libremente, pero no paran el viento, que erosiona sus superficies. No hay agua, no hay hierba, no hay árboles. Restos de excrementos de algún carnívoro en mitad de mi camino, en la piedra desnuda. La vida no ha desaparecido por completo, la pirámide trófica sigue existiendo. El cielo es azul, arrastra nubes. Una bandada de estorninos en el aire. La pirámide trófica.  Sigo andando. ¿Dónde beben?¿Dónde están las plantas? 
Escucho ruidos. Telas rozando con telas, pisadas que se arrastran sobre la superficie muerta. Zombis. Muchos. En grupos, como los estorninos. Me quedo quieto, que no me vean. Los observo. Se arrastran en dirección Este. Paran. Retroceden lo andado. Paran. Reinician el camino una vez más. ¿Dónde encajan los zombis en la cadena trófica? Distingo los dos sexos de la especie. Unos visten viejas pieles de vivérridos, otros llevan antiquísimos abrigos y otros van medio desnudos. Zombis en mitad de la zona muerta. ¿Son los zombis vegetarianos y han acabado con la vegetación o es la falta de plantas lo que los ha convertido en muertos vivientes? Levanto la vista, alcanzo a leer algo escrito en una de las verticales paredes. Calle Toro.  Es Salamanca, la ciudad muerta.

¿Quién escribe los relatos?


 

Esta pregunta es clave, ya sea a la hora de interesarte por alguno de mis relatos, ya sea por curiosidad, una vez hayas concluido uno de ellos. Te responderé con toda claridad:  yo no soy, tengo un negro, y si bien todos los elogios los acepto, cargaré las críticas en sus espaldas.

Pero…, siendo sinceros, no puedo decir que tengo un negro, no me haría ninguna propaganda. La expresión “tener un negro” se ha convertido en un arcaísmo. Significa tener una persona que hace el trabajo que uno no desea hacer, pero de una forma igual o mejor (no lo buscaré en el diccionario de la RAE para no estropear mi argumento). Es un anglicismo, los americanos tenían muchos negros y los debían tener en buena estima para dejarles escribir sus libros (tiene hasta un presidente). Y aquí, hasta que se materializaron con la emigración, hacíamos una traducción literal, que ya no es útil, porque hemos visto que los negros solo sirven para trabajos no especializados.

Si quisiese hacer una buena traducción del inglés, y teniendo en cuenta que “negros” ha habido en todas las épocas…, ¿qué “raza” tendría que usar?, ¿negros?, no había, ¿árabes?, los echamos, ¿judíos?, también los echamos, pues tendría que ser gitano. Y claro, decir que tengo un gitano, en el gran Imperio español no ha vendido ni vende libros. Por esta razón se recurre, o se recurría, a la mala traducción de “negro”, porque los negros que visitaban España no eran negros, eran negritos, y provenían de Estados Unidos o de adineradas familias africanas.

Con la llegada de la emigración se fastidia la traducción. Puede que los negros trabajen en lo que nosotros no queremos, pero son cosas mecánicas, además, son perezosos, nada que ver con el afamado emigrante español. Decir pues, que tengo un negro me dejaría en mal lugar, pues te estaría indicando que este texto, que luego firmaré yo, está escrito por un gandul que solo sabe pasear ladrillos en carretilla.

Visto lo visto, sería más lógico decir que tengo una puta, pero tampoco, porque la puta, por definición y dinero, hace todo lo que quiero que haga y me apetece hacer a mí, además, ofendería a la igualdad de género.

Si te digo que tengo un político responderé a la definición que te propuse, pero ni yo mismo me lo creería, la definición de político fue sepultada y enterrada por los déspotas que ahora ocupan esos cargos.

Tendré que recurrir a otra minoría étnica emigrante, pero, cuál: rumanos, búlgaros, peruanos… no, todos vagos, no sirven como negros.

Para evitar la mala imagen de todos estos pueblos no me queda más remedio que recurrir a los países más ricos, y tampoco es fácil. No puedo decir que tengo un americano, todo el mundo sabe que son ignorantes, incapaces de situar a España en el mapa (que no me pregunten donde está Ontario (esto lo dice el negro, no yo)). Ni un francés, porque son bordes y vuelcan camiones, ni un inglés, porque no devuelven el Peñón, ni un alemán, cabeza cuadrada y falto de imaginación…

Estoy confundido, al final tendré que decir que soy yo el que escribe mis textos, aunque no sea cierto. Desde que se materializaron los negros se fue al trate el concepto. No hay nación que pueda escribir, por encargo, un libro a un español y quedar a la altura.

¿Será entonces la solución utilizar  los recursos de España?  Y decir con orgullo: ¡tengo un andaluz!, no, no puedo, demasiado vagos. ¿Un catalán?, demasiado agarrado para compartir sus ideas, además, solo escriben en su lengua. ¿Un madrileño?, no, solo se mira su ombligo… Difícil cuestión la del encargo de libros.

Han pasado dos días desde que intenté responder la pregunta, he dormido mal y comido poco, mi negro ha dormido mejor porque no es su problema. Y esta mañana, mientras daba vueltas a la cucharilla en el café, he llegado a la conclusión de que la expresión “tengo un negro”, ha de ser abandonada.

Ya sé que me fui por las ramas. Me preguntabas quién se esconde detrás de estas líneas. Te diría que yo, pero no es verdad. Tengo un…, tengo un… ¡extraterrestre!, verde, de una raza que no conoces. Él escribe y yo lo alimento con lechuga (simbiosis). Si dices que le has visto te responderé que es de otra galaxia, y si dices que es vago, mal bicho, o pendenciero, te diré que sus emigrantes son reconocidos, eones después, como los mejores que se han visto en el universo. Lo mismo construían una estrella de la muerte que prismas perfectos en Júpiter.

El extraterrestre escribe, yo firmo.

jueves, 13 de marzo de 2014

18 DE MARZO, PUBLICACIÓN DE " EL OPOSITOR"

El opositor

Abel Fernández Ruíz

Narrativa/Humor

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Próximamente

El opositor

Colección Narrativa Humor
Libro Electrónico (ePub)
3.99 €

El opositor es una novela policíaca, de detectives y asesinos en serie, romántica,
  de humor negro, una obra filosófica y de ciencia ficción... O nada de eso.

Sinopsis 


          Pedro García Gómez es un tipo sin espíritu y algo bobo empeñado 
en sacar algún año una oposición y ser funcionario, su cerebro con forma 
de ladrillo lo convierte en el candidato ideal. 
Un día la tragedia se cruza en el camino de su coche y atropella a un alcalde. 
Pedro García Gómez decide no renunciar a su sueño y usar el accidente 
en su beneficio, convertirse en un asesino famoso y así amedrentar al tribunal 
que tenga que examinarlo. 
Escribe una lista con sus posibles víctimas.
          La sociedad mastica, digiere y asimila a los rebeldes, pero... 
 ¿Qué ocurre cuando un manso cabezota ataca, cuando un terco se empeña en ser
 un asesino famoso? ¿Cuáles pueden ser los efectos de una lista?
          El opositor es una novela policíaca, de detectives y asesinos en serie, 
romántica, de humor negro, una obra filosófica y de ciencia ficción... 
O nada de eso.
                      
                             

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