lunes, 31 de marzo de 2014

Her o el epílogo fallido de The Big Bang Theory


Her o el epílogo fallido de The Big Bang Theory

 

Año 2013. Película escrita y dirigida por Spike Jonze. Nominada a cinco Oscars (los americanos están muy malitos de la cabeza).

Han trascurrido varios años desde que acabó la serie, y los protagonistas cobran lo bastante para vivir en pisos separados. En ese intervalo de tiempo Leonard  se casó  con  Penny, se divorció y aún no lo ha superado. Por su parte, Sheldon vive desde hace diez años con una chica. La ciudad es impersonal, tanto, como para que un programa de ordenador ocupe la vida y los corazones de sus habitantes.

Hasta aquí todo bien, ni el argumento ni los protagonistas son muy originales pero la idea puede resultar atractiva, y Joaquín Phoenix hace muy bien de Leonard. El problema es que no hay más. La película se acaba en los primeros minutos de metraje. No contrataron a los guionistas de la serie original para continuar con la historia. La idea se marchita. El programa informático del que se enamora Joaquín es ñoño, cotilla y manipulador desde el principio, y el sentido común solo admite la tontería intrínseca si va acompañada de un cuerpo y de un premio: sexo. No es creíble, si compro un programa informático y me toca las narices lo apago antes de saber si tiene alma o pechos, porque lo del alma no me importa y sé de sobra que no tiene tetas.

La cinta continúa y el irritante programa, con la voz de Scarlett Johansson, enamora a Leonard. Llegamos al sexo telefónico… forzado, muy forzado… y claro, después de un polvo (paja) la relación se consolida. De repente la filosofía invade el sistema y acaba con la relación. Spike Jonze encaja la idea con la sutileza del peón de albañil, con un cincel y un martillo. No se sabe a qué viene, ni si el filósofo está poniendo los cuernos virtuales al pobre Joaquín o abriendo la mente a la calenturienta Scarlett.

Tengo un culo huesudo, pero pocas veces me doy cuenta de ello en el cine, aguanto como un valiente la película y critico cuando salgo, me puede gustar más o menos, pero no la sufro. Con esta película noté el hueso clavándose en la carne, cambié las piernas a la derecha, a la izquierda, pensé en la levedad del ser, en la pérdida absurda de dos horas de vida y vi la luz, del subnormal de turno hablando por el guasa. No me fui, aguanté como un valiente hasta el final.  A la salida escuché al tonto del guasa decir que era una obra maestra (tendría pensado masturbarse con su superteléfono).
 
 

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